AUNQUE NO RESPIRES

Una terrible calaña me impide ver
Repito las mismas intenciones
Que me enferman el sentido,
Que me obligan a querer,
A invocar.
Un huracán me espera
Yo lo sé,
Cierro los ojos para hacerlo desaparecer
Pienso en el tiempo que pasa
En los deseos de los otros
En el querer, en el amar
Y en dejar partir,
En sufrir la agonía de ese soplo,
De un vacío de caos en el abismo,
Que me da vuelta la cara,
Me transforma en otra
En una luz que me come cuando abro los ojos
Y me veo despertar.


Espero a que atravieses mi daga,
la espina quebrada
para salir del mar
en el aire que nos contiene
lleno de burbujas
en el fondo de la piel,
en su olor silencioso
un poco discreto.
Desde los poros se me abren las sustancias
fragancias milagrosas
de luz
de gusto y placer
de peso dulce sobre mis párpados
de boca y silencio
de lápiz sobre papel
de noche camuflada
en comienzo de vida.
Húmeda.



Dejo todas las palabras
En este templo de amargura
Un camino ha sido roto,
Aunque el hilo no se derrita
La pasión queda bajo tierra
Embrujada
Iluminada
Esperé frente a la puerta
nunca abierta
casi sellada con llave
casi corazón
casi aliento
sujeto al dedo
argolla de matrimonio,
escondite partido
para mi silueta perfecta.
De todas las palabras
prefiero la que dejó de existir.


Eres como un agua que transita
por mi cuerpo maldito
lleno de aire
uno que me falta
o miles, y sin él
observo más
profundidades,
mis extremos ya no se contestan,
de consuelos y aliento
sin embargo me veo postrada
en la cama del futuro
embriagada de sueño
llegando a otra vida.




Alguna vez pudiste destruir mi vida
corazón de culpas.
Un aire en mi cuello vasta para devolver
lo que jamás podrá borrarse,
el recuerdo colado en mi boca
sustituta,
partida en varias cabezas,
en tiempo que se esparce
en superficies que reviven,
no hay mal, no ha puertas,
es un perjuicio leve
de muerte
si es la saliva la más amarga
la más deliciosa,
y en mi mente tu restas,
te apoderaste de un centímetro de mí
y no lo quieres soltar
yo te cosí a él
obstinada
ya no hay ojos donde mirar,
y esa ausencia que te caracteriza
como un desaire empañado.
Veo que cierras los ojos
y cavas la tumba del amor
que un día querías sembrar
yo desde el fondo del hueco miro
como de la tierra que proyectas sobre mi
y me hundo
y te veo lejos.


Veo de cada segundo una mirada
un reojo
siento los sabores del pasado
flotando entre ideas de mal
un ciego podría ser capaz de todo ver.
Tus oídos hacia adentro me encantan
como palparte rodeado de imágenes
de flores
escarbando en el deseo de la piel
como un cuchillo clavándose en tu corazón
el aserradero eres tú
instinto suicida que me aleja de tu olor.
Dolor de llanto subterráneo,
tú en el otro andén
en alguna otra vía
esperando escapar
y ser libre de la condena
que clavaste sobre tu frente
ahí hay otro ritmo
atracción
un pasar de tiempo
que no le pertenece a nadie
ni siquiera a ti.


El silencio nos empujó
al olvido desesperado
a un recuerdo
de un tiempo
de un lejos
en otra vida
en otro cuerpo.
El estar despiadado de una felicidad ajena
quiebra mis entrañas.
Un pensamiento
una noticia, destruyen de a poco mi estado
hasta dejarme sin palabras
para abandonarte
como una necesidad rota
en una puntada escondida
de la lluvia que sale de mi alma.




Una tragedia se sumergió en un nosotros
una pestaña de mis deseos te buscaba sin atraparte,
te escurriste demasiado rápido
y mi corazón te quiso retener
hasta el cansancio
hasta la herida.
La adicción me dejó ciega
bailándole al tiempo
siguiéndote
como un soplo de notas que no acaban
melodía de muerte siniestra.
Dentro del agua me pierdo
para olvidar tu cara
y no necesitarte más.